Otra vez Andrés Romero en Madrid a la altura de Madrid. De lo que exige esta plaza, la primera del mundo. La que mide, la que te pone donde de verdad te corresponde. Otra vez dimensión grande del onubense para reivindicar más. Colaboró el toro de Passanha, que respondió en la misma medida en que Andrés le hizo muy bien las cosas. Ya de salida con Cisne, con el que lo esperó a portagayola con el marsellés para luego encelar la embestida desentendida ahí del burel. La cumbre llegó con Fuente Rey, ya en el toreo de costado de puro temple para recorrer el ruedo completo, ya para clavar batiendo muy de frente y ajustado. Y supo siempre el rejoneador meter a la gente en su faena con su manera de vestir los cites. Muy ligado el carrusel de cortas con Piropo, impecable, tras el que hubo de tomar el descabello después del rejón final. Recorrió Romero el ruedo de Las Ventas con su trofeo en la mano y con la sensación interior de satisfacción de quien, otra vez, estuvo en Madrid a la altura de Madrid y para merecer más. Mucho más.