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"Llego a Sevilla en busca de la Puerta del Príncipe"

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Llega Sevilla. La ocasión más esperada. La anhelada, esta vez, durante más de un año entero. Dos. Dos años. Llega Sevilla después de la ausencia del año pasado. Injusta, pero cierta. Así es el toreo, que ya no siempre entiende de justicias. De la justicia del ruedo. Pero aquí está otra vez Sevilla. Fue cuestión de esperar. Con paciencia. Sin desesperar. Creyendo. Apretando los dientes de la rabia. Reconvirtiendo la desilusión en más ilusión todavía. Y así, lo que tiene que llegar, llega. Y aquí está a Sevilla. Y mirándola de frente, Andrés Romero. Tres veces ya rozando la Puerta del Príncipe, sintiendo tan cerca su aliento. Esa Puerta -con mayúsculas- de la que nunca ha apartado la mirada, aun de reojo, porque la sabe cerca. ¿Será esta vez? ¿Quién sabe? Lo único cierto es que éste es el momento. Justo el momento. El adecuado, el idóneo, el más esperado, el que tiene que ser. Y así llega Andrés Romero a su Maestranza: más fuerte que nunca. Más sólido también. Con una cuadra "redonda", como él mismo define. Y decidido que no hay más días que ese día. El 15 de abril. En Sevilla. Y ha llegado.

 

20180411 entrenamiento02Han sido muchos meses de trabajo. De dudas sólo superadas con más trabajo. Y con fe. Aun con la nebulosa de ese necesario paso atrás para volver a tomar impulso. De tener que entender que tenía que ser así. Que el toreo -llamémosle así- no perdona y pasa factura. Aunque a veces no tenga de qué, pero es la prueba que hay que pasar. Y sólo la pasan los toreros. Como Andrés Romero. Muchas cosas han cambiado desde aquel 3 de abril de la última vez. El día de la tercera Puerta Grande en Sevilla. Tres de tres. Ha cambiado, sobre todo, la cuadra del torero. Hay muchas novedades ahora. Nombres nuevos que auguran y alimentan la esperanza del torero. Fuente Rey, Hidalgo, Kabul, Caimán... Y tantos otros. El fruto de la necesaria reconversión en busca de poder seguir. Porque ésa es la palabra más presente en el horizonte de Romero: seguir. Adelante siempre. Él ha seguido y aquí está. Otra vez con todo por ganar y con mucho que perder, pero es el peaje que exige el toreo y lo asume.

 

Sevilla es el inicio de un año bonito donde también está Madrid, Lisboa... Y tantas más. Pero la primera, Sevilla. Y Sevilla tiene las claves de muchas cosas más en un año clave, en el año clave. Otro más, otro reto. El onubense no pierde un segundo en otra cosa que no sea en trabajar. Antes incluso de que asomen las primeras luces del día. Entrenando, montando, probando, toreando, pensando, sintiendo... Ante la vaca, frente al novillo, en muchas horas de carretón. La penúltima prueba, estos mismos días en su casa. En su refugio, rodeado de tantos de los suyos, de su gente, de quienes siempre le arropan y le arroparon. En La Corchuela. Templando el pulso, acompasando el compás, midiendo su propia medida. Y siente que está, que es justo el momento. El más adecuado, el idóneo, el que tiene que ser. El momento largamente esperado y que ya llegó. Sevilla, llega Sevilla. Y Andrés Romero la espera contando la espera: "Voy a la Maestranza buscando la Puerta del Príncipe. La he rozado y he sentido que la puedo tocar. Y es el momento, no hay otro, sólo éste. Voy a Sevilla en busca de la Puerta del Príncipe". Que así sea...

 

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Fotos GILBERTO HERNÁNDEZ

 

 

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