No es 2018 cualquier año para Andrés Romero. Es un año importante. De mucho peso en su carrera. En su presente y en su futuro. Por tanto, son muchas y altas también las expectativas puestas en él. No cabe paso en falso ni oportunidad que perder. Jamás lo hizo el rejoneador onubense, pero mucho menos se lo puede ni se lo va a permitir ahora. El listó de la exigencia está alto, muy alto, y Romero acepta el envite. Como siempre, que jamás fue hombre de volverle la cara a las circunstancias hayan venido como hayan venido. Así las cosas, cada día de este año tiene que se una batalla ganada. La primera, la de Lucena del Puerto, ya cuenta en su haber. No ya por el triunfo, que también, sino por cómo se ha producido. Por la imagen de poso y de serenidad, de pausa y de equilibrio que ha desprendido en su siempre difícil mano a mano con Diego Ventura, con quien nunca cabe tregua alguna. Hoy empezó a mostrar el jinete de Escacena del Campo sus cartas para 2018. A nivel de capacidad, de motivación y de recursos. Ha sido un otoño-invierno de trabajo sin cesar, como también de profunda renovación de su cuadra. Una apuesta que hoy en Lucena del Puerto lució sus primeros avances.

Cabe apuntar tres sobre todo. Se llaman Capricho, Caimán y Fuente Rey, si bien, este último, ya se dejó ver algo en los últimos compromisos de 2017. Y, a tenor de lo visto, cabe alimentar la esperanza. Son nuevos, pero desprenden buenos aires. Hechuras. Y se le nota a gusto a Andrés con ellos. El trabajo de forja no ha hecho más que empezar, pero la materia prima es óptima. Cabe seguir y dejar que el fuego lento del tiempo ponga también de su parte. Pero ya hoy, Capricho, Caimán y Fuente Rey han dejado el halo de las expectativas respondidas. Los dos primeros, ante el noble primer novillo de Prieto de la Cal del lote del torero onubense. Tuvo temple el utrero y eso dejó estar a gusto a Romero, que se mostró sólido, con la mente clara, ambicioso y contundente. Especialmente, contundente con el rejón de muerte a lomos de Chamán, quien ya va siendo un veterano aun a pesar de su edad. Un claro síntoma de cómo están cambiando las huestes romeristas. Con ellas, con sus nuevas cartas expuestas sobre la mesa, se alzó Andrés con su primer triunfo del año. Las dos orejas que le ponían rúbrica a una faena de prueba y de constatación a un tiempo.

Lástima que la demora con el descabello le dejara sin trofeos en su segundo porque bien que lo mereció. Fue el novillo al que paró con Fuente Rey, con el que se gustó Andrés Romero en varios lances que fueron como de capote mecido, de manos bajas y a compás. Lances en los que el capote fue el cuerpo de Fuente Rey, con el que el jinete escacenero se pasó muy cerca al novillo de Prieto de la Cal. Creció la dimensión de la faena en banderillas gracias al cuajo a más de Kabul y a la solera espectacular de Guajiro, con los que el público vibró y se divirtió. Crece este año el protagonismo y la presencia de Chamán en las faenas de Romero, que otra vez lo empleó para las cortas, donde el albino se expresó con la lentitud que le es propia. Cayó algo trasero el rejón y eso obligó a Andrés a echar pie a tierra para el descabello, donde la suerte se torció. Con todo, Lucena del Puerto le premió con una ovacionada vuelta al ruedo. Y es que lo importante había quedado probrado y las expectativas, cumplidas. Esto sigue...