Era día hoy de dar un toque de atención y Andrés Romero lo ha dado. Porque ha sido la suya una actuación rotunda, además, en el contexto de una tarde donde competía con compañeros de los que están pretendiendo auparse a la parte noble del rejoneo de este tiempo. Y ha demostrado el onubense que ése es su sitio porque ha sido la suya una tarde contundente y muy sólida. Ha sido ante un toro que salió algo distraído de salida al envite de Romero de esperarlo a portagayola con Golondrina. Pero eso fue apenas al inicio porque, al probar el rejón de castigo, apretó el toro de David Ribeiro Telles y exigió firmeza y pulso del jinete para domeñar a su oponente y fijarlo. Emoción que fue a más con Fuente Rey, completamente recuperado ya a tenor de lo visto hoy. Porque con Fuente Rey recorrió Andrés el diámetro completo de la plaza con el astado encelado, templando su ritmo cambiante. Crujió Zamora y, definitivamente, puso el torero onubense el ambiente de su parte. Lo que fue a más en cada quiebro con Guajiro y Farrugia, a cada cual más importante e impactante. Emotivos, intensos y muy de verdad, lo que, otra vez, puso en pie al público. Mantuvo Andrés Romero el tono sobresaliente de su obra al clavar las cortas con Chamán, pero pinchó en primera instancia antes del rejón definitivo y eso le cerró la puerta grande. Que la tenía ganada y a lo grande.