Tampoco fue sencillo esta vez, pero Andrés Romero ya ha sumado su primer trofeo en México. A las segundas de cambio. En Tlaxcala y por la Feria de Todos los Santos. Lo traía el onubense entre ceja y ceja después de la experiencia de Mérida y no es Romero de dejar escapar sus empeños. Había que sumar ya por mucho que esta experiencia mexicana aún esté comenzando. La expectación es mucha y sus expectativas, altas. Andrés ha cruzado el mundo para triunfar, por eso esta vez tenía que ser después de lo mucho aprendido en tierras de Yucatán. Actuación firme y sólida del jinete de Escacena del Campo ante un toro de Rancho Seco, Intruso de nombre, que serlo quiso en sus ilusiones. Parado, soso, renuente siempre, clavado en el tercio y, desde allí, esperándolo todo.

Lo recibió Andrés con Botero, en un saludo que ya le permitió pulsar que iba a encontrar escasa colaboración. Por eso salió a por todas desde el primer envite en banderillas. Primero, con Moura y luego y sobre todo con Atlántico, con el que logró conectar definitivamente con el público tlaxcaleño en los cites con un espectacular a la vez que elegante tierra a tierra y luego llegando mucho para clavar arriba. Se corrió el riesgo de que la actuación de los Forcados Mexicanos aminorara el ambiente, por eso arriesgó Romero con las cortas a lomos de Marlboro, en las que buscó la ligazón en la suerte que el toro de Rancho Seco complicaba cuando se cerraba demasiado sin el menor ánimo de salir. Clavó el torero cinco banderillas cortas en un claro gesto por mantener arriba la faena. Mató pronto y bien de un rejón entero que fue certero y el onubense recogió su primera oreja mexicana certificando así su objetivo de empezar a sumar desde ya. Porque la expectación es mucha y sus expectativas son altas y hoy tenía que ser. Y fue. Como tantas veces, el camino sigue...